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domingo, 27 de octubre de 2013

FRACTURAS DE SALTER-HARRIS



Como bien sabemos nuestro cuerpo esta conformado por el sistema locomotor, conformado por los huesos y músculos, que proveen de movimiento y resistencia al organismo, así como la debida protección ante el medio externo. Tanto adultos como niños están expuestos a sufrir traumatismos de diversa índole, los cuales son el debido tratamiento pueden ser corregidos. La diferencia entre un esqueleto maduro y un inmaduro es la presencia de un cartílago de crecimiento o físis. Compuesto por células que proliferan entre epífisis y metáfisis. Esta zona en los niños es muy débil a la tolerancia al estrés mecánico, por tanto es la más susceptible a padecer una “Epifisiólis” o llamado de una manera más fácil: Fracturas de Salter-Harris. Ahora la pregunta: ¿Qué sucede cuando ocurre una fractura de Salter-Harris?

Las fracturas de Salter-Harris son fracturas que asientan en los cartílagos de crecimiento y cuyo trazo de fractura puede ir recorriendo o cruzando dicho segmento. Se observan predominantemente en pacientes pediátricos. Las causas de dichas fracturas del cartílago de crecimiento pueden ser resultado de un evento traumático único, como una caída o un accidente de automóvil.

Estas las podemos observar en el 15-30% de los niños. Pese a que son comunes, únicamente vamos a observar deformidad en los miembros en el 1-10% de los casos, debido a que los niños sueldan más rápido que los huesos de un adulto. Estas las vamos a observar en los huesos largos de las manos, antebrazo, fémur, tibia y peroné. La mayoría de veces los niños las sufren con una frecuencia de 2:1 que las niñas, se observan en adolescentes que practican deportes y su síntoma característico es el dolor e imposibilidad de movilizar la extremidad afectada. 

Su clasificación más usada es la siguiente: 

Fracturas Tipo I: Estas fracturas atraviesan el hueso a nivel del cartílago de crecimiento, separando el extremo del hueso del cuerpo del hueso y distorsionan completamente el cartílago de crecimiento.

Fracturas Tipo II: Estas fracturas atraviesan parte del hueso a nivel del cartílago de crecimiento y también quiebran parte del cuerpo del hueso.

Fracturas Tipo III: Estas fracturan atraviesan una parte del cartílago de crecimiento y hacen desprender un pedazo del extremo del hueso.

Fracturas Tipo IV: Estas fracturas atraviesan el cuerpo del hueso, el cartílago de crecimiento y el extremo del hueso.

Fracturas Tipo V: Estas fracturas ocurren debido a una lesión de aplastamiento en el cartílago de crecimiento, producto de una fuerza de compresión. Estas fracturas son raras.
Al momento del examen físico del hueso roto se podrá percibir en el niño: inflamación, calor, dolor a la palpación, y a veces posiciones extrañas en relación a la extremidad sana. Entre las ayudas paraclínicas se usa la radiografía, la TAC, y la  Imagenologia por Resonancia Magnética.

El tratamiento varía según el tipo de fractura. Debemos tener en cuenta la edad y estado de salud del paciente, si hay lesiones asociadas y el desplazamiento del miembro afectado. 

Estos son: 

Fracturas Tipo I: Estas fracturas pueden causar una alteración del crecimiento del hueso. Muchas pueden ser tratadas con inmovilización mediante un yeso, pero podría ser necesario tratamiento quirúrgico. Si la cirugía es necesaria, estas fracturas a menudo se tratan con fijación interna (clavos) para mantener el hueso unido y asegurar la alineación correcta.

Fracturas Tipo II: Estas fracturas por lo general sueldan bien, aunque a veces pueden requerir cirugía. Éste es el tipo más común de fractura del cartílago de crecimiento. La mayoría de las fracturas son tratadas con inmovilización mediante un yeso.

Fracturas Tipo III: Estas fracturas son más comunes en los niños más grandes. En estos niños el centro del cartílago de crecimiento ha comenzado a endurecerse, por lo que la fractura no continúa atravesando el hueso, sino que forma un ángulo y quiebra el extremo del hueso. Una fractura Tipo III es tratada con cirugía y fijación interna para asegurar la alineación correcta del cartílago de crecimiento y de la superficie de la articulación.

Fracturas Tipo IV: Estas fracturas comúnmente detienen el crecimiento del hueso. Éstas son tratadas con cirugía y fijación interna.

Fracturas Tipo V: Estas fracturas a menudo pueden ser tratadas con inmovilización mediante un yeso o pueden requerir cirugía. Casi siempre hay una alteración del crecimiento con estas fracturas.

Los resultados a largo plazo para las fracturas de tipo I y II tienen poca repercusión funcional. Las fracturas de tipo III y IV tienen una mayor incidencia sobre el crecimiento y la deformidad potencial. La fractura de tipo V es de mal pronóstico. 

Se debe visitar al ortopedista hasta alcanzar la madurez del hueso para la correcta recuperación de este.



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